El complejo municipal asistencial infantil (COMAIN), más conocido como la Casa de los Pitufos, es una institución de carácter social, creada, organizada y sostenida por la municipalidad de Lima, a través de la Gerencia de Desarrollo Social, que tiene como finalidad brindar atención integral a niños, niñas y adolescentes que se encuentran en situación de abandono, peligro moral y riesgo social.
Son las 5:00 a. m. y para llegar a la casa de los Pitufos, hay que cruzar la av. Jamaica, ubicado al costado del Parque Zonal Sinchi Roca. Mientras caminaba, muchas personas corrían por los alrededores del parque, así que me sentía un poco segura en esta fría mañana.
Cuando llegué, la portera me recibió amablemente y me esperaba la tutora Evelyn Vásquez, que sería como mi guía en todo el día.
Interior de la Casa de los PitufosSon aproximadamente 42 niños que conviven en esta casa hogar, con edades entre 4 a 12 años. Los cuartos se dividen entre 21 niñas y en otro cuarto 21 niños. Ellos duermen en camarotes y apenas despiertan deben tender su cama y ordenar su casillero; para supervisar que todo esté bien organizado, los encargados son los niños de 11 y 12 años.
Después de tender su cama, los niños se dirigen a bañarse de cuatro en cuatro. Luego, todos van de forma ordenada a desayunar, pero antes de comer, siempre deben orar. Hoy, la señora Milagritos, que es la cocinera les sorprendió con un rico jugo de papaya, sus panes con hotdog y una mandarina.
A las 7:00 a. m. llega la movilidad escolar para poder distribuir a los niños a los diferentes colegios que tienen convenio con la Casa Hogar.
Después de que los niños se van, las tutoras se encargan de ser las profesoras de los niños provisionales, ya que aún no tienen sus papeles listos, por eso no pueden asistir al colegio.
Todo está en silencio, ya que el personal atina a cumplir sus responsabilidades hasta que llega la movilidad a la 1:00 p. m. y todos los niños se dirigen de forma ordenada a cambiarse y asearse para poder almorzar.
Hoy se preparó alverjita partida con arroz y ensalada de atún. Al terminar de comer, los niños de 11 a 12 años se encargan de lavar las charolas. Luego, mientras reposan comen una jugosa naranja.
A partir de las 3:00 p. m. los niños entran al área de pedagogía para poder realizar sus tareas escolares o les ayudan a repasar para sus exámenes. Al culminar sus actividades escolares, salen al patio para poder divertirse antes de cenar. Ahí fue cuando Maricielo, Leslie y algunas niñas conversaron conmigo sobre su día en el colegio. Maricielo me comentó que iría con ropa de calle en vez de usar uniforme para celebrar el día de los derechos del niño y luego junto a sus compañeros y profesores del aula irían a comer pollo a la brasa.
Niños del albergue jugando yacesA las 5:00 p. m., una camioneta negra aparece en el albergue, era un grupo de amigos que estaban planeando realizar un pequeño show infantil a cargo de Maju. Cuando instalaron todo lo necesario para el espectáculo, los niños fueron corriendo a ver lo que sucedía. El show empezó con una canción y una dinámica en pareja, los niños estaban muy felices. Luego, compitieron hombres contra mujeres en diferentes juegos, hasta que Maju se despidió con una canción y un baile.
Maju ingresando junto a su equipo al albergue
Niños felices gracias al Show de Maju
Ya oscurecía en la Casa Hogar y los niños tenían que lavarse las manos para cenar un rico saltado de pollo con infusión de manzanilla. Luego de lavar las charolas, los niños reposan 20 minutos. Al culminar todas las actividades del día, o sea, a las 7:30 p.m., los niños van a bañarse de cuatro en cuatro. Mientras que los otros niños se quedan esperando su turno, la tutora conversa con ellos sobre diferentes temas, hoy habló sobre los derechos del niño, en donde todos escucharon y algunos participaron. Bueno, ya todos los niños se bañaron y se irán a dormir. Previo a esto me despedí de ellos, especialmente de Maricielo y Leslie, ya que ellas congeniaron muy bien conmigo.
Definitivamente, fue una experiencia única y enriquecedora poder conocer a estos niños, su rutina y a las personas que los acompañan en su formación pedagógica, física y psicológica.
Tuve sentimientos encontrados, ya que por una parte me dio tristeza porque la mayoría de los niños crecen sin sus padres, sin embargo encuentran en esta institución el calor de hogar que necesitan y todos se ven como hermanos; me sentí feliz porque a pesar de todos los problemas que pasan estos niños. Hay personas que se ocupan de ellos, sacándoles muchas sonrisas y ver a un niño feliz es uno de placeres que no me puedo perder.
Por Gianella Díaz Mendoza